Ciudadanía global ya

Ave con Símbolos, Pedro Halac


A través de la religión humanista y de la habilidad de cooperación en gran escala, los sapiens entendemos el mundo como una fórmula algorítmica y nos hacemos poderosos, podemos controlarlo todo. Según Yuval Noah Arari, evolucionamos de animales a dioses. Para Nietzsche, Dios ha muerto. Los dioses empezamos a ser nosotros, con nuestras pantallas en las que aprendemos a manipularlo todo, incluso nuestros propios sentidos. Damos órdenes verbales y los objetos de la casa obedecen, se limpia la cocina, se enciende el lavaplatos, se baja la basura. Subimos a un vuelo y nos podemos pasar doce horas navegando una pantalla para encontrar el contenido que nos haga más placentera la cena con pavo o pollo asado. Ya no es un vuelo, es un menú con entretenimiento. Pronto nos pasaremos cinco años navegando sin gravedad en busca del próximo planeta habitable encontrando el menú de entretenimiento más adecuado. Cinco años no serán nada, porque viviremos mucho más. Según Arari vamos hacia la inmortalidad. Para Zygmunt Bauma la falta de sentido se convierte en realidad líquida, convivimos con la incertidumbre como si fuera una amiga. Sartre nos deja a solas con una angustia secular, sin ninguna comunidad a la que pertenecer, sin ningún sentido por el que subyugar, rezar, vibrar, compartir. Solos con una existencia angustiada.

El problema básico parece ser que no hemos entendido el cambio. Estamos completamente solos, sin Dios ni brújula. El humanismo ha triunfado y no existe ningún atajo: ni los nacionalismos gregarios ni el salvajismo corporativo, ni la corrupción desmedida ni la codicia depredadora resuelven nada. Quedan  cinco oportunidades que podemos ensayar, antes de que nos coma el egocentrismo letal de unos personajes que dicen representar algo y una tendencia al retroceso cavernícola de los nacionalismos racistas y de las ideologías totalitarias del siglo XX.

El primer desafío es la educación: Cambiar los parámetros del sistema, desde el jardín de infantes hasta la universidad y al post grado. No necesitamos contenidos. Los niños y los jóvenes ya los tienen a disposición en internet y en las pantallas. No necesitamos memorizar ni repetir nada, todo está ahí, en la nube, en la red. Los nativos digitales ya saben más que nuestros abuelos. Ahora de lo que se trata es de que cada individuo se encuentre con su Elemento, como lo denomina Ken Robinson. Que lo explote al máximo de su potencial. Cada uno puede enfocarse en lo que le gusta. Cada uno puede adquirir herramientas:  lectura, escritura, matemáticas, educación física, sí, pero no para crear obreros o funcionarios haraganes y obedientes, sino para desarrollar seres humanos creativos, orientados por lo que les atrae y les hace invertir tiempo sin darse cuenta. Hay que plantear una educación para individuos felices con sus ocupaciones y sus programas neuronales orientados afectivamente hacia la realización.

Lo segundo a enfocar, es la redistribución de la riqueza. Muchísimo más complejo sí. Muchos intereses en juego sí. Quien va a querer soltar el queso, de acuerdo. Pero hay que hacerlo. No se pueden demorar más las reformas que vayan en contra de los lobbys y las corporaciones que controlan los gobiernos. Un gobierno global debe poder implementar impuestos a los ricos, a las mega corporaciones, a los directivos, a los funcionarios con empleos fijos y vitalicios. Nada de impuestos regresivos. Nadie necesita más de una cierta cantidad para vivir. Si has sido exitoso o has tenido suerte porque has heredado podrás tener lo suficiente para vivir bien, para tener todo lo que quieras, pero nada de acumular codiciosamente porque sí. Hay que implementar impuestos progresivos y universales a partir de un cierto monto, lo más alto que se pueda. Y a esos impuestos hay que usarlos para garantizar la renta de los demás, que son la mayoría.

Lo tercero, es implementar una renta universal básia. Todos los seres humanos  tienen derecho a tener lo básico para subsistir: vivienda digna, salud, educación, viajes, cultura. Nada de dejar gente afuera del sistema por no ir al ritmo de los demás, por querer ser científico o escritor, por no encajar en algún molde prejuicioso de los caprichosos dadores de empleo. Todo el mundo merece lo básico. Nada de premiar a los que tienen: premiar a los que emprenden y darles a los que menos tienen lo básico para subsistir, crear y crecer.

Lo cuarto, que en realidad debiera ser lo primero, es eliminar todas las fronteras. Fomentar los idiomas, las identidades locales, las formas de hacer las cosas de las tradiciones y los aspectos culturales más característicos de cada región. Descentralizar el manejo de aspectos vitales para cada comunidad en gobiernos locales, pero a la vez, dejar en manos de un gobierno mundial la gestión de recursos vitales para todos, el agua potable, la energía, la exploración del espacio, el cuidado de los mares, los bosques y las culturas aborígenes, el cuidado de los animales y la toxicidad de los alimentos, la integración de vías de transporte y comunicación, la gestión de los intercambios regionales y el manejo de las asimetrías. Regulación global en base a los derechos universales para un comercio justo, desarrollo de regiones explotadas, eliminación de bolsones de pobreza. Implementación de impuestos progresivos a las corporaciones En definitiva, las grandes ciudades y las áreas rurales y metropolitanas deben actuar como las ciudades estado del renacimiento, con autonomía y a la vez integradas en una extensa red federal mundial que se cuide de la preservación de los derechos y de un desarrollo sostenido, no de un crecimiento ilimitado y asimétrico.  Para una economía ineluctable e irreversiblemente integrada, para una situación global de comunicaciones instantáneas, es necesario un sistema global, no bastan las soluciones regionales y menos los nacionalismos. 

Por último, para que estas soluciones funcionen y sean controlables en el largo plazo es necesario un sistema de participación global ciudadano activo y dinámico gestionado con votaciones permanentes vía internet, elección de ciudadanos para cargos de responsabilidad a nivel global no importe de donde vengan y un sistema de gobierno local y global ágil y transparente que evite corrupción y mal manejo de fondos públicos a partir de un monitoreo constante de los programas a través de aplicaciones de internet que permitan a los ciudadanos tener poder real sobre decisiones clave.

En el mundo existen más de 7.000 millones de personas, existen regiones sumergidas y regiones que abusan de los recursos, existe una enorme asimetría económica entre ciudadanos de primera y de cuarta. Pero todo esto no es más que un incentivo para acelerar las reformas locales y gestionar el cambio desde los conglomerados económicos más poderosos y más débiles del planeta. Todas las regiones deben avanzar hacia la integración, eliminando barreras físicas y económicas para que los ciudadanos globales puedan circular y desarrollarse libremente, más allá de cualquier origen y tradición: lo importante es la noción de democracia e igualdad global.

El planteo es absolutamente utópico, tal y como están las cosas en estos tiempos. Pero podrá materializarse desde el primer momento en que la mayoría de las personas deje de pensar en lo suyo, en su pueblo, en su país, en su nación como algo inalienable y empiece a aceptar la idea de que todos los ciudadanos globales son iguales, Que tienen las mismas obligaciones y los mismos derechos basados en la declaración universal de los derechos humanos.  

Los recursos, la tecnología y el conocimiento para lograr que estas ideas se conviertan en mecanismos políticos de gestión están. Ahora solo falta la consciencia, la motivación y la voluntad política de las mayorías para ejecutar un plan viable que vaya en esta dirección.

Si alguien piensa que el supremacismo humano, el  nacionalismo y el racismo son una alternativa a esta visión global, habrá que ver a donde lleva la destrucción de los demás y del planeta a través del modelo depredador y retrógrado vigente.

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