Abrirnos o perecer
Se
secuestran 10.000 niños para someterlos a esclavitud o donar sus órganos,
mientras se cierran fronteras de Europa alegando seguridad. El mundo se
calienta, pronto un oso polar será tan relevante como un dinosaurio. Matamos animales
y plantas sin remedio: Engordamos hasta que nuestro cuerpo revienta, adicto a
la basura. Nos gobiernan burócratas desorientados. Pequeñas mafias controlan
cuotas de poder enormes, continentes enteros se manejan a través de la
extorsión. La población se prende a las pantallas para sobrevivir al tedio y a
la desolación de un paisaje urbano devastado que ha perdido sentido. Las voces
se levantan. Hace falta retroceder, dicen. Hay que incautar los derechos y los
bienes de refugiados, hay que negarles asilo.
Hace falta cerrar escuelas, recortar la salud, reprimir a los trabajadores. Hay
que controlar los movimientos y los pensamientos. Hay que volver a ser una
Nación y construir muros.
Nos miramos en el espejo de nuestro fracaso. Tenemos
la oportunidad de sobrevivir y crecer con un conocimiento inmenso de recursos y
tecnología, sin limitación en cuanto a creación.
Podemos abrirnos a una nueva economía de la vida, el regalo y el intercambio, a
un nuevo destino comunitario y
colectivo. O nos perdemos en el
murmullo del miedo y en la especulación que nos convierte en adictos. La paradoja nos deja solos frente a la
responsabilidad.
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