Curso de rehabilitación



Karl X llegó al curso quince minutos antes de lo previsto. Todas las cápsulas de encontraban adelante y casos cerrados andaban dispersos. Contrastaba el orden de los encapsulados con el desorden de los juzgados. Una chica de pelo verde se acercó a Karl. Mirándola en detalle la joven no era fea. Pero Karl notó que tenía uno de sus ojos verdes de vidrio. Era el día de carnaval y Karl pensó que la chica podría estar disfrazada.
El curso comenzó a la hora exacta. Nadie respiraba. El aspecto bonachón del instructor intimidaba. La gente había llegado a tiempo, porque cada segundo de demora estaba penalizado por un punto. El sistema de puntos era infalible. Se premiaba la puntualidad, el orden, la eficacia, el respeto. Se castigaba la desidia, la insubordinación, el abandono del curso a la mitad, el hablar en clase, la opinión contraria a la del monitor o la simple falta de criterio.
El curso estaba destinado a reincidentes. En las primeras dos filas se ubicaban los reincidentes con causas abiertas. Estos estaban impedidos de movilizarse y de salir de sus cubículos tanto en el curso como fuera de él. Es decir, venían encapsulados. Los otros, los con causas cerradas y en firme, podían desplazarse, pero les colocaban el chip.
No había forma de eludir el chip. Se incrustaba en la piel y tanto el monitor como los agentes de uniforme y de civil podían seguir a los transeúntes despojados de sus vehículos por donde se encontraron.
A Karl le tocó la última fila. El druso que se sentaba a su lado no entendía el idioma. El Instructor lo señaló ensegida. “ Vlostok repite este curso por cuarta vez, lo digo solo para que se entienda por que seré un poco más familiar con él”. Dijo esto antes que ninguna otra cosa y todos miraron a Vlostok como si escondiera algo. “ Este es un curso de sensibilización” dijo el monitor y Karl intentó ver quien más había, atrás de las cápsulas, entre Vlostok y la chica de pelo verde. Había una señora que parecía atormentada. Tenía  unos cincuenta años, su mirada parecía nublarse y se oscurecía su rostro cada tanto.
El instructor comenzó a recorrer la lista y a preguntar por que estaban ahí los reincidentes. “ Desacato a la autoridad, es difícil de explicar” dijo la señora y el instructor la miró con sorna, sabiendo que nada era cierto. La inyección con el chip aún le dolía a Karl, se la habían puesto esa mañana. Desde ese momento la autoridad no perdería su rastro y cualquier exceso sería castigado con prisión. Por eso se mantenía quieto y callado. El botón amarillo que llevaba el instructor en la solapa, que se encendía cada vez que algún alumno hacía un comentario o simplemente respondía una pregunta.
“ Fomentamos la participación, el reconocimiento del medio, la colaboración” afirmó el instructor. “ Ruego tengan a bien completar esta hoja a la mayor brevedad”.
Karl miró el cuestionario en detalle, la primera pregunta no dejaba lugar a dudas, era la clave para la libertad..
-        “ Indique la respuesta correcta” decía la pregunta:
o   En caso de emergencia: se toma
§  Pastilla roja
§  Pastilla verde

Karl desconocía la existencia de las pastillas. Tampoco entendía a que se refería el término emergencia.
                                                
Los encapsulados estaban ya entregando las preguntas respondidas. Sabían que había que hacerlo rápido si se quería salir de esas cápsulas con vida.

Karl miraba a su alrededor. Un camionero con una trenza buscaba en el techo inspiración. Un conductor de motos con una cicatriz morada sobre la ceja izquierda miraba a la de pelo verde y no se concentraba en el test. Un hombre de unos cincuenta años, bien parecido y bien vestido tenía la cicatriz del chip abierta y movía la cabeza hacia los dos lados entendiendo que estaba perdido. Una mujer de lentes oscuros arrojaba su lapicera hacia el piso. Un joven inquieto murmuraba respuestas posibles.

Karl levantó la mano. Antes de que formulara su pregunta la luz amarilla del botón de la solapa del instructor se había encendido.

Ha pasado una semana. Karl ha llegado otra vez puntual. Ya está dentro de la cápsula. El instructor le dirá lo que tiene que hacer. Si esta vez no aprueba la cápsula queda archivada, junto con su continente, hasta nuevo aviso.  Marca rápidamente la respuesta a. Es decir botón verde.

“ La verdad” comenta el instructor al final del examen, “siempre tiene que ver con el verde. Esto lo tenemos que tener en cuenta”. Karl nota como las cápsulas se van desplazando a la derecha, en dirección al canal del resumidero, de donde no se sale hasta nuevo aviso.


Comentarios

Entradas populares