Nunca pensó que lo contactaría a través de facebook.

Nunca pensó que lo contactaría a través de facebook. Habían pasado más de veinte años. Estaba igual en las fotos de perfil. Parecía una actriz de Blanc, Bleu, Rouge, la trilogía francesa y centro europea. Miraba con esa cara de tonta rematada y pájaro muerto, en blanco y negro. Se decía actriz. Montesano la miró desde su sucia cueva, intentando localizar su nombre ficticio en el skype, intentando que le devuelva alguno de los miles de mensajes que emitía como desde una balsa en el medio del mar. Eso era su piso en Milan, una covacha llena de basura y mal olor, metida en un océano urbano. Ni siquiera Barcelona, ni Paris, le habían resultado a Montesano trampolines para desplegar su enorme talento para arruinarlo todo. No había podido arruinarse la vida por completo, eso hubiera sido quedarse en Argentina, pero Europa tampoco lo había salvado. Y ahora Ana Magdalena le manda ese mensaje misterioso “ te veo en el facebook, quiero ser tu amiga”. Montesano responde con un larguísimo mail explicando su desaparición de la ciudad originaria, que lo forjó a el y a sus cuatro hermanos. “Huí de la tienda, de cualquier manera aquello estaba terminado, fundido, mi viejo quería que siguiera con la tradición familiar”. Solo quedó un hermano medio loco del padre, sumido en la barbarie de Córdoba, sometido al juicio de los demás, cuidando un hijo esquizofrénico, su primo, que al final murió por culpa de la corrupción médica de los hospitales locales. Nadie lo quiso atender cuando se enfermó del pulmón su primo, se murió de soledad en una guardia. Su padre se murió junto a él, intentando hacerse de un lugar donde vivir. Imposible vivir ahí”… Y asi seguía y seguía Montesando soñando que a Ana Magdalena le interesaba y le seducía su historia personal. Pero nunca respondió Ana Magdalena a sus correos electrónicos. La suya era una historia sucia, vieja. Una historia como la que habían tenido con Ana Magdalena, cuando se besaban en plena luz del día en la Ciudad Universitaria. Ana Magdalena le mentía, le decía que no, que tenía otro novio. Él la seguía besando, ella se dejaba, hasta bien entrada la noche en que iban y venían por un callejón de Barrio Güemes, muy peligroso. A él le robaban cosas del coche mientras seguía besando a Ana Magdalena en el zaguán, en el cuarto de arriba. Empezaba a descubrir lo que llevaba abajo, siempre era magnífico ese descubrimiento del gusto por las prendas suaves que Ana Magdalena llevaba o no llevaba y se dejaba quitar. Ahora le escribía desde Madrid, según indicaba, casi estadísticamente su perfil de facebook.
Montesano, arruinado y con tres hijos, casado con una italiana que lo odiaba tanto como se puede odiar a un extranjero, miraba los vuelos low cost por internet para cruzar el continente e ir a verla. Milan no está lejos de Madrid, solo son 90 euros que Montesano no tiene, ni tiene tiempo ni trabajo, ni nadie que le cuide los niños los días que le tocan, mientras tanto. Así que sigue buscando esos vuelos low cost y la excusa perfecta para huir de Milan para siempre. Pero Montesano no encuentra excusa. Mañana se perderá en la autopista Norte con el rumano en un nuevo trabajo de electricista y tal vez hasta olvide a Ana Magdalena. El azar siempre lo acompañó, en cada cambio. Cuando decidió partir en el 2000 rumbo a Miami. 2000 fue el año en que se suicidó el Dr Favaloro y en el que él dejó la medicina. Montesano ni siquiera logró el título de auxiliar de medicina, ni se especializó en enfermería, que era lo que quería hacer para ayudar a los pobres. Ni terminó siendo cura como su amigo Tresola. Montesano decidió, como muchos, que la mejor puerta era el cielo y se lanzó a Miami para terminar presentándose en el puesto de helados de la parada 4, detrás de Nicki Beach. Un compañero de prácticas le habló del gordo Altimira, que trabajaba para los cuarteteros en el Sportivo y que había juntado unos mangos y se había montado el negocio en Miami. Todo el 2000 juntó dinero y terminó en Miami justo antes de que estallaran las torres. Solo alcanzó a trabajar un mes en lo del gordo, compartió el piso con Pacheco, con Ricki el colombiano y enfiló para Italia, haciendo uso de su recuperado pasaporte italiano. Llegó al viejo mundo en invierno. La lluvia y la niebla tapaban Bruselas. Se tomó el último tren a Milan y no se aguantó la ciudad ni dos días. En Barcelona se lo topó de nuevo al Ricki, que había tenido alguna historia rara con Pacheco y que le propuso el negocio de siempre. Montesano no estaba para esas cosas, asi que en Barcelona huyó de los antros. Se dedicó a albañilería para la misma familia de rumanos que estaba en Milan y Barcelona y casi que lo adoptó para que trabajara quince horas por día fuera donde fuera, en Italia o en España. Ahora que podía volver a Madrid también encontraría a los rumanos, pero con la crisis no habría ni forma de hacer nada, eso si lograba encontrar la excusa para dejar los tres hijos con la Tana y encontrarla en algún tugurio de teatro alternativo a Ana Magdalena. Ana había resistido toda la caída y el auge del teatro alternativo en Buenos Aires y en Madrid participaba de cuanto taller de improvisación y psicodrama ella misma atinaba a inventar. Montesano se sentía débil por ella, como en su momento se sintió por la tana y había colgado todos los guantes para darle con el gusto con los tres bebes que lo cautivaron y lo sumergieron en un delirio de pañales y urgencias.
Ahora que Ana Magdalena lo reclamaba por el facebook, Montesano lo llamó al Ricki para ofrecerle un favor a cambio de otro. El Ricki se apersonó en su piso de seis metros cuadrados, le convidó una chala y Montesano se olvidó de todo, de su divorcio, de los domingos en el parque con los chavales, de la mensualidad de la tana y del precario laburo con el rumano. Solo agarró los tres mil euros de adelanto, se dirigió al aeropuerto y se bajó en Barajas dispuesto a todo.
Se lo tenía que haber imaginado. Ana Magdalena había desaparecido. Se pasó tres semanas buscándola por los rincones más alternativos y oscuros de Madrid. En Facebook decía que Magdalena se había vuelto a Buenos Aires. El facebook iba atrasado y el iba tarde. Sus tres mil de adelanto también se habían esfumado en la frenética búsqueda del amor perdido por Chueca, Diagonal y cuanto rincón sucio de Madrid hubiera. Y el Ricki le hizo el último llamado de advertencia a Montesano antes de que un albano kosovar se encargara de que otros con paquetes intra comunitarios entre Italia y Francia recordaran que no se juega con cosas tan serias. El delgado aspecto de Montesano y todo su amor por Ana Magdalena terminaron fulminados por una reacción química dentro del bloque de cemento donde lo enterraron vivo los Albano Kosovares. Casi no opuso resistencia y unos minutos antes de que lo buscaran en la pensión de una estrella donde paraba, alcanzó a hablar con la tana y con los tres niños para prometerles que volvería al día siguiente a Milan con unos libritos que había conseguido en el Museo Reina Sofía.

Comentarios

Entradas populares